jueves, 19 de marzo de 2009

Problemas laborales


"Hago de todo y puedo trabajar bajo presión" "pero sólo te pagaremos los pasajes" son algunas frases que hace dos años escucho decir cuando busco un puesto de trabajo.

Inicié mis estudios en Periodismo en la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza en el 2004 y hace poco me acabo de graduar y ahora que me encuentro fuera, mi estado de ánimo ha vuelto cuando tenía 16 años: no sé qué camino tomar, qué hacer con las metas que me propuse hace años.

Maestrías , postgrados, hasta doctorados, soñaba, pero ahora que acabo de averiguar me entero que está muy pero muy caro, ahorita no tengo donde caerme muerta, me da miedo ser mediocre y quedarme estancada en un hueco el cual no pueda salir nunca.

A veces me digo cómo no estudié una carrera rentable, pero a la vez pienso no lo he pasado tan mal, me gustó la carrera, hacer reportajes, soltarme y hablar en público, hacer crónicas, tomar fotografías, hacer destapes, no me quejo me ha gustado, pero a la vez pienso que necesito una oportunidad de demostrar todo lo que puedo hacer y lo malo es que no lo encuentro.

Detesto cuando mis propios compañeros de estudios me preguntan, ¿qué estas haciendo? ¿estás trabajando? o en las reuniones familiares, ayyy no se qué decir, jode me jode. Cuando he salido a buscar trabajo como relacionista pública , me doy cuenta que quieren que trabaje en ventas, y eso si no me anima.

No sólo sucede esto conmigo hay muchos jóvenes que están igual que yo o hasta peor, espero no estar buscando meses, todo esto proceso viene con muchas depresiones que a veces no todos entienden, uno se siente inútil de no aportar nada, o de pagarse sus propias cosas.

Trato de tranquilizarme, soy muy ansiosa, por ahora aprovecho mi tiempo en dar clases de alfabetización, eso me relaja y no saben cuanto me ha ayudado, siento que tengo vocación para enseñar, me esfuerzo en cada clase que doy, y mi alumna es la mejor, ella es mi abuelita Raymunda que a pesar a la edad que tiene me ha enseñado que para estudiar no hay edad.

martes, 17 de marzo de 2009

Ayacucho


Escribo estas líneas con tanta nostalgia desde aquel día en que me despedí de Pampacruz para llegar a Lima. Mi vida no cambio sino se transformó en un ser que valoraba mucho la dimensión espiritual de la tierra, pues antes no creía mucho en ese tipo de cosas, era casi agnostica se podría decir, creo que es por la consecuencia de vivir en una ciudad totalmente desconectada con la naturaleza.

Rutas peligrosas

Partí de Lima el 17 de marzo junto con mi mamá, mis tías y mi adorada abuelita Raymunda, el viaje fue agonisante, sentía que iba a una montaña rusa, porque el bus que tomamos manejaba como loco, escuchar a casi toda la gente vomitar me daba ganas de seguir la línea. Para colmo mi ignorancia sobre el clima me sometió al crudo frío que se asentuaba más en cada precipicio, en esa noche mis brazos gélidos clamaban calor humano.

Cuando llegamos a Huamanga no podía creer que estaba en el lugar donde malditos demonios humanos asotaron a un humilde pueblo por tantos años. Se me vino de repente los recuerdos de aquellas páginas del libro que leí "Muerte en el Pentagonito", los videos sobre la Comisión de la Verdad, y todas las fotos de sangre y muerte sobre el terrorismo. Sentí mucha pena pero a la vez alegría porque pronto iba a conocer la tierra de mis ancestros, de mi gente, si y lo digo mi gente porque ellos me hicieron sentir parte de ellos.

Nunca imaginé ver tantas iglesias, tan sólo en Huamanga hay aproximadamente 48 iglesias. A cada momento tomaba fotos, hartas fotos, pero rapidito porque pensaba que algún asaltante me iba a quitar la cámara, creo que eso es típico de cualquier limeño que para trau
mado, pero allá no pasó nada, la gente caminaba de lo más normal, creo que es natural de mi persona ser tan neurótica.

Mi abuela y mis tías entraron a la Catedral, estaba más aburrido la misa, porque el padre hacía rezar a la gente más de 15 Padres nuestros, y no se cuantas Ave Marías, me retiré así de simple para ver las estatuas hechos de pan de oro. Hubo un detalle que me interesó mucho, había un ángel con tetas, las tenía grandes, me rayó un buen rato.

Rumbo a Pampacruz
A la mañana siguiente partí a Cangallo para llegar al pueblo de Pampacruz en ese otra pequeña travesía mi familia y yo nos subimos a una camioneta en la parte tr
asera, todos pareciamos un gran bulto, pasamos por baches, riachuelos y caminitos tan estrechos que daba la sensación que nos ibamos a caer al río Pampa.

Cuando llegamos a Pampacruz, no podía creer que estaba v
iendo la casa de mis abuelos, era de barro, y de teja, merodeaba todos sus lados y rincones, como si fuese un gato curioso que desea conocer su territorio, todo estaba sucio, hasta una rana nos sorprendió cuando estaba en la pared, mi abuelita lo quería matar ya que era de mal aguero que ese animal nos reciba el primer día de visita.

No sé en que momento me distraje del asunto cuando vi al cerro Humaní, era tan verde y de él sobresalía una pequeña cascada, entonces decidí correr como una niña y llegar a la cima, tomé mucha agua, era tan fresca y heladita, hasta que escuché ecos gritando mi nombre, bajé la mirada y era mi tia Elena reclamando que bajara.
-!Jesica que hacías arriba no sabes que los cerros y montañas tiene vida! !aquí se respeta a la tierra! -debes poner un poco de tierra en tu lengua para que no te jale tu al
ma- me gritó mi abuelita, !tu tía Mami murió allí por subirse y tu madre casi se muere cuando era niña!por hacer puquio- me reclamó furiosa.

Me asusté aun más cuando me contaba que Jarjachas (demonios) se presentan en forma de humanos con cabezas de fuegos o de animales para llevar el alma de incautos como yo
, por otro lado estaba La Tinka, una montaña completamente negra, el cual es muy rico en minerales, pero que nadie se atreve a explotarla porque es de saberse que trabaja con espíritus malignos y seres salidos del infierno, dicho sea de paso que los danzantes de tijera ofrecen el pago a la tierra en ese lugar.

Esas noches no podía dormir porque en el pueblo todos dormían a las 6 de la tarde, me acuerdo que miraba el techo y me decía a esta hora estoy estudiando
en el Británico, pero de a pocos se me hizo costumbre de dormirme temprano y levantarme a las 7 de la mañana.

La gente
Desde el primer día los pobladores nos trataron muy bien, me sorpredía cada vez que uno de ellos me saludara sin conocerme, y yo correspondía a ese gesto, acá en Lima si
un extraño te saluda piensas que ya te va a decir una grosería.

Muchas vecinas se asomaban a la puerta de nuestra casita al ver que mi abuelita había regresado después de mucho tiempo, la saludaban con mucho cariño. Cada mañana ellas venían con un tazón de habas, o de habas, y Raymunda les retribuía con una bolsa de azucar o de arroz de agradecimiento, nunca nos falt
ó qué comer gracias a esas personas que en su humildad se mostraban muy generosas.

Recuerdo que a los dos primeros días tenía fuertes dolores de cabeza, no podía pensar muy bien, mi respiración se agitaba, así que una una de las amigas de mi abuelita decidió curarme al verme así. Su vocesita en quechua susurraba mis oídos, mis dientes sentían el sabor a coca y un soplo de cigarro me hizo cerrar los ojos no sé que pasó pero quedé rendida a la cama. Después de dos horas me levanté un me sentí mucho mejor aunque no lo crean.

Carnavales

En las últimas semanas de Febrero se celebra a lo grande los Carnavales Ayacuchanos, las mujeres se visten de blanco, los hombres de poncho marrón y sombrero blanco, asímismo la serpentina y el polvo blanco en la cara es muy típico verlos bailar con este tipo de descripción.

Una tarde llegó una tía desde las alturas, en su poncho trajo un balde lleno de tunas de todos los colores, nos alegramos tanto al verla que todas se pusieron a cantar en quechua y a bailar.De pronto escuchamos que la comparsa pasaba por el pueblo, todos estaban mareados, cantando de felicidad por los carnavales, es costumbre que esta celebración sea festejada por todos, hasta los niños se ven involucrados en tomar licor.

Mi tía Rosa llevó en el bolsillo de su pollera una botellita y me dijo-!Vamos Jesica a pedir chicha de jora!- Claro tía vamos, le dije. Llegamos donde estaba la comparsa, creo que me vieron con cara de huasca, porque me dieron más de 3 vasos llenos de licor y otro de chicha de jora. La señora que me sirvió me dijo- Tienes que bailar con nosotros, por gusto no te pongo la serpentina-.

Despedida
El último día mi abuelita nos llevó a conocer todas los terrenos de sus abuelos, nunca pensé que tenía tantos, fue genial conocer la casa donde mis tatarabuelos vivían, subir montes, cruzar ríos, correr, y lo bueno de todo era que estaba desconectada con el mundo, no habia señal,no había luz, no internet, estuvimos en una conexión con la naturaleza total, no quería irme de Pampacruz, sentía que me debía quedar, pero lamentbalmente ya no había dinero.

Me despedí de ti mi adorada Huamanga en una tierna mañana, mientras que un hijo tuyo tocaba la quena tristemente, yo desconsolada no pude contener las lágrimas y lloré con mucho sentimiento y ahora que escribo todo esto entiendo porque la mirada de los ayacuchanos son tristes.